
Toda persona está compuesta por muchos aspectos psicológicos que conforman su emotividad y su personalidad. No solo somos de una raza, de un origen, de una condición social o de una.No solo somos lo que nos marcan nuestra profesión o nuestros estudios. No basta con sentirnos de un sexo o un género, o pertenecientes a una familia o a un grupo determinado. Somos todo eso y algo más, a lo que apenas hacemos caso. Toda persona necesita llenar dentro de sí un hueco sensible y emocional al que se da en llamar “espiritualidad” y que muchos llaman “alma”.
Hay personas que llenan esa ansiedad humana con la creencia en alguna de las muchas religiones existentes; para los creyentes, la religión puede dar respuesta a sus expectativas de motivación en la vida, de porqué ocurren las cosas o cuál es el destino de cada uno. Pero hay muchas personas que no creen en una religión específica y para quienes, sin embargo, existe la necesidad de saber quiénes son y porqué sienten una constante inquietud. Esa inquietud no se satisface con objetivos materiales, ni con una vida opulenta o cómoda, simplemente.
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